
Llega
ahora a nuestras manos Pueblos indígenas
para el mundo de mañana, obra del también antropólogo Stephen Corry,
presidente de la organización de defensa de los pueblos indígenas Survival
International y autor de las duras críticas antes citadas. Este libro
representa una rápido y ameno, y no por ello menos profundo y completo, repaso
a lo que han sido y son los pueblos indígenas y está hecho mirando desde
vertientes diferentes a las que acostumbramos a utilizar en relación a estos
temas, por lo que no es posible concluir su lectura sin replantearse muchas de las
creencias que nos han llegado desde la historia, la cultura o hasta el cine
sobre los pueblos indígenas.

Pero,
¿qué es un pueblo indígena? ¿qué es un pueblo indígena tribal?
Definirlo
de manera exacta es muy complicado, como nos puede dar una idea el que “pueblo”,
un concepto que, en principio, todo el mundo parece entender, pueda tener
también varias definiciones.

Pero dentro de los
pueblos indígenas existen los que además se pueden definir como tribales (un
40% de esos 370 millones) y según Stephen Corry se podrían definir como
aquellos que durante muchas generaciones han mantenido formas de vida
eminentemente autosuficientes, y que se diferencian claramente de la sociedad
mayoritaria y dominante
¿Es nuestra manera de vivir la mejor de
todas las que existen?
Los
roles adjudicados a cada sexo –desde la división del trabajo al cuidado de los
niños- son universales y se encuentran en todas las sociedades por muy
“antiguas” o “modernas” que podamos denominarlas.
Los
pueblos indígenas se rigen también por leyes, existiendo miles de sistemas
legales además de los que conocemos y nos rigen. El castigo también resulta universal ante los
quebrantamientos de esas leyes, aunque estos se utilizan en menor medida cuanto
menos numeroso es el pueblo en cuestión. Y si bien el castigo violento es
utilizado por muchos pueblos –de muy diversas maneras- así como la expulsión,
también existen métodos tan útiles como la vergüenza, ridiculizar al infractor
frente a los demás.
La
violencia a la hora de resolver conflictos se da en los pueblos indígenas de diversas maneras, llegando en algunos
casos a formas extremas, si bien otras sociedades las limitan a rituales lo
menos lesivos posibles o simplemente la evitan.
Es
habitual considerar a los pueblos indígenas como atrasados, basándose muchas
veces en sus conocimientos y utilización de números o en su lenguaje. Si bien
muchos de estos pueblos utilizan muy pocos números o miden el tiempo de una
manera muy diferente a la nuestra, muchas de sus lenguas son bastante más
complejas que las utilizadas en las sociedades industrializadas: los inuits
tienen decenas de palabras para referirse a la nieve según ésta sea, los
bosquimanos utilizan vocales, consonantes, chasquidos y otros sonidos dentro de
sus diversas lenguas…
Aunque
de manera diferente a como se utiliza en nuestras sociedades, los pueblos
indígenas no son ajenos a la producción y
consumo de drogas –fermentación de mandioca, tabaco, coca…- aunque lo
más extendido en estas sociedades son las plantas medicinales, de las cuales
han salido muchas de nuestras medicinas.
Arte,
juegos, religión, música… en muchos otros aspectos de estos pueblos podemos
encontrar similitudes con los nuestros y existencias placenteras al margen de
nuestra sociedad de consumo y bienestar que tratamos de exportar, cuando no
imponer, sin considerar muchas veces otra opinión que no sea la nuestra
No todas las cosas son como nos las han
contado
Todas
estas sorpresas y más que nos podemos llevar al conocer la vida de muchos
pueblos indígenas se debe en gran parte a cómo nos han contado las cosas y,
seguramente, a lo poco que hemos cuestionado esas “versiones”.
Tendemos
a simplificar la información y la historia y asumimos un mundo anterior
dividido entre cazadores y recolectores, a los que siguieron agricultores…
La
realidad es mucho más compleja: en la actualidad, cazadores bosquimanos también
crían cabras y los pastores de África oriental también cazan a veces.
Tras
las sociedades cazadoras-recolectoras llegó la agricultura, que dio paso a la
civilización… pero lo que conocemos como agricultura –domesticación de las
plantas, cruce de semillas, dependencia de ella para nuestra alimentación-
debió de llegar tras hechos más o menos aislados –cazadores-recolectores que
plantaban semillas, cultivo de plantas para otros usos, como la calabaza como
recipiente, plantaciones que se crean y se abandonan tras los años –por
variaciones climáticas, migraciones…- Más aún, existen casos de haber ocurrido
todo lo contrario: ¡los indios de las llanuras de Norteamérica eran agricultores
hasta que la introducción por los españoles del caballo los convirtió en
cazadores!

Todo
ello no quita que sociedades de cazadores-recolectores también hubieran sufrido
graves problemas o incluso desaparecido pero pone en cuestión la idea
establecida de asociar a unos con sociedades atrasadas y a otros con
desarrolladas.
Una historia que sigue repitiéndose

Desde
el descubrimiento “oficial” de América y sus posterior conquista, pasando por
el de Australia o Nueva Guinea, hasta llegar a la actualidad, los pueblos más
poderosos se han impuesto a los más débiles apropiándose de sus tierras,
recursos, vidas incluso, diezmando o exterminando pueblos enteros cuando lo han
estimado necesario.
Los
europeos en América, los ingleses en Australia, los indonesios en Nueva Guinea,
los europeos en África, etc. se han considerado con derecho de apropiarse, en
diferentes momentos de la
Historia , de todo lo que existía en esas tierras habitadas
desde siempre por infinidad de pueblos, causando millones de muertes,
imponiendo sus leyes, su religión, su forma de vida y repartiendo lo
conquistado atendiendo exclusivamente a sus propios intereses, sin importarles
para ello dividir o juntar pueblos en naciones artificiales, desencadenando
conflictos duraderos en el tiempo y muchas veces casi irresolubles.
Se
estima que antes de la llegada los europeos habitaban Norteamérica unos 75 millones
de indígenas e inuits, de los que habría sucumbido el 90% a la conquista
occidental; hoy en día sus descendientes no tienen el menor poder político en
los países surgidos posteriormente.
No
fue menor la brutalidad empleada en la conquista del Centro y el Sur de América
con la notable diferencia de que españoles y portugueses rápidamente se
mezclaron con los pueblos indígenas que sometían.
Desde
África a América se produjo el mayor movimiento humano que ha conocido la Historia con el traslado
de millones de seres humanos reducidos a mercancía por la esclavitud.
Mucho
más recientes son los crímenes de la ocupación indonesia de la parte occidental
de Nueva Guinea que habría costado la vida a unas 100.000 personas.
Pero
hoy en día, el haber vivido desde tiempos inmemoriales en tierras ricas sigue
representando una maldición para muchos pueblos indígenas que les cuesta ser
expulsados de sus tierras y perseguidos y asesinados en muchos casos. Terribles
ejemplos son la represa de Narmada en La India , la transmigración en Nueva Guinea,
diferentes proyectos en la
Amazonía , el oleoducto Chad-Camerún. De la misma manera el
uranio de Australia, el oro de Brasil, los diamantes de Botswana crean
sufrimiento y pobreza a los pueblos que habitan los lugares a explotar pese a
los avances realizados en las últimas décadas tendentes a la protección de
estos pueblos y de sus derechos.
Los
pueblos indígenas, apenas o nada responsables de las causas del cambio
climático, son los primeros, por su directa dependencia de la naturaleza, en
sufrir sus consecuencias.
El
libro de Stephen Corry nos ofrece muchas más cosas de las someramente expuestas
en este resumen: la historia de los diferentes pueblos indígenas, la
descripción detallada de sus modos de vida y un largo etcétera hace de él una
lectura obligada para cualquiera que desee conocer más sobre la historia del
ser humano y su futuro.
Julian Green
No hay comentarios:
Publicar un comentario