miércoles, 29 de febrero de 2012

¿Cómo puede arder un acuífero?

Desde hace años venimos oyendo, al menos a nivel comarcal, cómo en algunas zonas de la comarca de La Mancha – Daimiel, Villarrubia- el subsuelo debía de estar ardiendo por las múltiples humaredas que salían de su interior, llegando a dificultar la visión en algunos tramos de carretera.
Recientemente la noticia provenía de las Tablas de Daimiel: las Tablas ardían y se pretendía inundarlas para acabar con ese incendio.
 ¿Cómo era posible que ardieran humedales?
Por la sencilla razón de que estaban secos.
La turba –material orgánico rico en carbono que se forma por la descomposición de vegetales en zonas húmedas- al bajar el nivel freático también se había ido secando y comenzó a oxidarse y a arder al entrar aire desde la superficie a través de grietas y resquebrajamientos del suelo.
La solución para acabar con ese incendio fue inundar las Tablas mediante un trasvase, pero fueron las abundantes e inusuales lluvias de finales del 2009 y principios del 2010 las que lo lograron.
El daño, no obstante, es irreversible. Al quemarse la turba, el subsuelo queda hueco, se hunde la superficie, se producen grandes oquedades y el agua de los cursos fluviales superficiales puede ir directamente al subsuelo, interrumpiendo su recorrido.

sábado, 25 de febrero de 2012

Especies que nos invaden. Anexos: la malvasía canela y su éxito como seductor

Este pequeño pato buceador, originario de Norteamérica,  tiene en jaque a la malvasía cabeciblanca, especie en peligro de extinción, gracias a su mayor éxito con las hembras “cabeciblancas”.
El macho de la malvasía canela es más agresivo a la hora de conquistar a las hembras, con un cortejo más elaborado y con un plumaje más atrayente que el del macho de la malvasía cabeciblanca. Quizá por ello es polígamo, lo que le lleva a esparcir su semilla en más hembras que el monógamo cabeciblanca.
Esta hibridación, si bien no causa la extinción de ningún linaje, va mermando la reserva genética del pato autóctono a favor del invasor.

domingo, 19 de febrero de 2012

Cómo reciclaban los romanos


Reciclar no es un invento moderno y desde siempre ha sido entendido como una necesidad y una manera inteligente de desarrollarse.
El arqueólogo Jesús Acero es una de las personas que mejor puede hablar sobre este tema dados sus conocimientos sobre los vertederos romanos en Lusitania.
Sus investigaciones demuestran que a los basureros se arrojaban mayoritariamente residuos orgánicos como cenizas, animales o huesos mientras que eran escasos los inorgánicos, que se aprovechaban para una segunda vida. Los objetos de cerámica se quemaban para usarlos en la agricultura, el mármol se transformaba en cal y los metales se refundían.
También un estudio de la Universidad de Sheffield encontró que los trozos rotos de vidrio se añadían a la materia fundida, posiblemente coincidiendo con una disminución del comercio de vidrio al final del Imperio.