¿Asistimos al final de la era Gutenberg? En los vagones del metro cada vez
más personas leen a Dostoievski o a Stieg Larsson en libros electrónicos
(e-books), en sus Kindle, iPad u otras tabletas electrónicas similares. El
sector editorial vive una profunda transformación y es claro el cambio
hacia un modelo digital de lectura. O al menos hacia la convivencia del
libro de papel, la pantalla y la tinta electrónica.
más personas leen a Dostoievski o a Stieg Larsson en libros electrónicos
(e-books), en sus Kindle, iPad u otras tabletas electrónicas similares. El
sector editorial vive una profunda transformación y es claro el cambio
hacia un modelo digital de lectura. O al menos hacia la convivencia del
libro de papel, la pantalla y la tinta electrónica.
Los simpatizantes de la lectura digital argumentan que el coste del e-book es inferior porque se eliminan intermediarios como los distribuidores y los libreros; destacan, entre otras virtudes, la ligereza y portabilidad de tantas y tantas obras como uno quiera comprarse.
Pero, sobre todo, hay quienes buscan la transición por motivos medioambientales.
Este grupo sostiene que el incremento de la demanda del libro electrónico proporcionará un alivio a la tala de bosques, que los Kindle y iPad son la alternativa ecológica al consumo de papel. Pero… ¿es realmente así?
El sector editorial español todavía consume productos papeleros procedentes de países con problemas de tala ilegal y deforestación, y de empresas implicadas en estos problemas, como es el caso de las importaciones de productos de Asia Pulp and Paper. También la expansión y gestión de las plantaciones de eucalipto destinadas a la fabricación de papel en España siguen siendo motivo de conflicto y son numerosos los casos de agresiones a los recursos naturales durante el proceso de producción de esta madera. Para fabricar papel aún se sigue agrediendo al planeta. Está claro que las editoriales han de incorporar con urgencia los criterios ecológicos en sus libros y políticas de compra de papel responsable con el medio ambiente para eliminar los productos papeleros procedentes de escenarios de destrucción y
conflicto social.
Pero la obra digital posee también graves inconvenientes ecológicos.
LA CLAVE ESTÁ EN EL USO
Como sostienen los expertos, dependerá del uso que se le dé al soporte electrónico lo que lo hará más o menos ecológico que el ejemplar de papel.
El impacto medioambiental tiene que ver con la extracción de la materia prima, la contaminación producida durante la fase de producción y los efectos causados como residuo. Pero también con las emisiones de CO2. Según un estudio del Royal Institute of Technology de Suecia, para que compense la fabricación de un e-reader hay que leer en pantalla un mínimo de 33 obras digitalizadas de unas 360 páginas.
Pero, sobre todo, hay quienes buscan la transición por motivos medioambientales.
Este grupo sostiene que el incremento de la demanda del libro electrónico proporcionará un alivio a la tala de bosques, que los Kindle y iPad son la alternativa ecológica al consumo de papel. Pero… ¿es realmente así?
El sector editorial español todavía consume productos papeleros procedentes de países con problemas de tala ilegal y deforestación, y de empresas implicadas en estos problemas, como es el caso de las importaciones de productos de Asia Pulp and Paper. También la expansión y gestión de las plantaciones de eucalipto destinadas a la fabricación de papel en España siguen siendo motivo de conflicto y son numerosos los casos de agresiones a los recursos naturales durante el proceso de producción de esta madera. Para fabricar papel aún se sigue agrediendo al planeta. Está claro que las editoriales han de incorporar con urgencia los criterios ecológicos en sus libros y políticas de compra de papel responsable con el medio ambiente para eliminar los productos papeleros procedentes de escenarios de destrucción y
conflicto social.
Pero la obra digital posee también graves inconvenientes ecológicos.
LA CLAVE ESTÁ EN EL USO
Como sostienen los expertos, dependerá del uso que se le dé al soporte electrónico lo que lo hará más o menos ecológico que el ejemplar de papel.
El impacto medioambiental tiene que ver con la extracción de la materia prima, la contaminación producida durante la fase de producción y los efectos causados como residuo. Pero también con las emisiones de CO2. Según un estudio del Royal Institute of Technology de Suecia, para que compense la fabricación de un e-reader hay que leer en pantalla un mínimo de 33 obras digitalizadas de unas 360 páginas.
Así, que una opción genere más o menos dióxido de carbono que otra variará en función de las ganas de lectura del usuario.
Otro estudio, esta vez de 2009 y de la compañía norteamericana Cleantech Group, indica que una persona que lea varios libros al mes habrá compensado las emisiones de fabricación de un Kindle de Amazon en un año. A partir de entonces –continúa la investigación– tendría mucha importancia la duración del Kindle (por cada año de más que se utilice se habrán dejado de lanzar a la atmósfera unos 168 kg de CO2).
“La opción electrónica parece ventajosa ambientalmente para un lector voraz o un profesional que tenga que manejar numerosas publicaciones”, sostiene el periodista Clemente Álvarez en su artículo “La electrónica frente al papel”.
El Grupo de Ecoedición de Barcelona explica que “en el momento de la compra del aparato electrónico se ha producido la mitad del total de sus emisiones, si se acepta lo que dice la industria.
Claro que un libro abandonado en un contenedor de basura genera emisiones de metano, gas de efecto invernadero”.
Ante el actual debate, hay algo en lo que todo el mundo está de acuerdo:
tanto el papel como el e-book tienen su huella ecológica; ésta será mayor o menor dependiendo de su uso. No existe una decisión sencilla pero sí hay una petición ambiental básica, que ambos formatos incorporen de inmediato criterios ecológicos y sociales durante el proceso de fabricación y, muy importante, al final de su vida útil.
Otro estudio, esta vez de 2009 y de la compañía norteamericana Cleantech Group, indica que una persona que lea varios libros al mes habrá compensado las emisiones de fabricación de un Kindle de Amazon en un año. A partir de entonces –continúa la investigación– tendría mucha importancia la duración del Kindle (por cada año de más que se utilice se habrán dejado de lanzar a la atmósfera unos 168 kg de CO2).
“La opción electrónica parece ventajosa ambientalmente para un lector voraz o un profesional que tenga que manejar numerosas publicaciones”, sostiene el periodista Clemente Álvarez en su artículo “La electrónica frente al papel”.
El Grupo de Ecoedición de Barcelona explica que “en el momento de la compra del aparato electrónico se ha producido la mitad del total de sus emisiones, si se acepta lo que dice la industria.
Claro que un libro abandonado en un contenedor de basura genera emisiones de metano, gas de efecto invernadero”.
Ante el actual debate, hay algo en lo que todo el mundo está de acuerdo:
tanto el papel como el e-book tienen su huella ecológica; ésta será mayor o menor dependiendo de su uso. No existe una decisión sencilla pero sí hay una petición ambiental básica, que ambos formatos incorporen de inmediato criterios ecológicos y sociales durante el proceso de fabricación y, muy importante, al final de su vida útil.
Texto: Esther MonteroPublicado en Revista GREEN 1-11. Greenpeace España
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