domingo, 1 de abril de 2012

Leishmaniosis

          Es una enfermedad parasitaria, causada por un protozoo del género Leishmania, que afecta tanto a perros como a humanos.
          Se extiende fundamentalmente por tres zonas geográficas: La cuenca Mediterránea, Brasil y China. Abajo se representa la distribución en Europa.
          En la zona Mediterránea el perro es el principal reservorio del ciclo doméstico de la infestación. Pero existe también un ciclo selvático que es mantenido por cánidos salvajes como el zorro, el lobo y el chacal
          En estudios realizados en España y sur de Italia, mediante la técnica de PCR, se han encontrado prevalencias del 40 – 75%, pudiéndose considerar al zorro como reservorio secundario, siendo un eslabón entre ambos ciclos por su preferencia a vivir cerca de las poblaciones domésticas.
          La leishmania también ha sido detectada en roedores, caballos y gatos aunque aún existen dudas sobre el papel epidemiológico en estas especies.
          La enfermedad es transmitida por la picadura de las hembras de mosquitos hematófagos de la especie flebotomos, mosquitos que se distribuyen por todo el planeta. No se puede dar el contagio directo de la enfermedad de animal o ser humano afectado a animal o persona sana. Esto constituye un aspecto muy importante que se debe conocer.

          La leishmaniosis es una parasitosis fundamentalmente canina pero que tiene una doble repercusión:
 En salud pública, por su carácter zoonótico –transmisión de la enfermedad al hombre a través de la picadura del mosquito-

 En sanidad animal, por el papel del perro como principal huésped y reservorio de la enfermedad y por su notable incidencia en determinadas zonas, que junto con la dificultad o retraso en el diagnóstico de la enfermedad, la negativa a realizar tratamientos y la falta de prevención hace que sea una de las enfermedades más extendidas en los perros de nuestra zona Mediterránea.
          El mosquito se infecta al ingerir sangre de animales enfermos. Se trata de insectos zoófilos; es decir, que tienen predilección por picar a animales. Pero en su defecto, podría picar al hombre.
          Para que los parásitos que ingieren con la sangre las hembras de los flebotomos puedan ser infestantes, precisan de un período de incubación de al menos 6 a 14 días (incluso más si las condiciones no son favorables), transcurridos los cuales, al volver a picar estos mosquitos a otro animal o ser humano, le inocularían una leishmania con capacidad de transmitir la enfermedad.
          Los flebotomos, dípteros de pequeño tamaño, peludos y con un solo par de alas funcionales, realizan vuelos muy cortos que limitan sus movimientos (hasta 2 km.) y que, en consecuencia, limita las zonas afectadas.
          Las condiciones ambientales que favorecen su desarrollo son temperaturas medias de 15 – 20 º C, con protección de la luz solar directa, humedad moderada y abundancia de detritus orgánicos. Los mosquitos adultos muestran actividad de forma estacional en los meses de primavera y verano y en ciertas horas del día, sobre todo al amanecer y al anochecer. Su distribución es amplia, como se dijo al principio, y es capaz de adaptarse a diversos habitas naturales y domésticos. Su batido de alas no es audible, a diferencia de otros dípteros, por lo que es difícil detectar su presencia.
          Para que un animal o una persona pueda desarrollar la enfermedad, después de sufrir la picadura de una hembra de flebotomo infestada, va a depender de que sus defensas sean o no capaces de inhibir el desarrollo del parásito.
          El sistema inmunitario del ser humano, en condiciones normales, es capaz de impedir el desarrollo del parásito y consigue eliminarlo. Sin embargo últimamente se están dando más casos en personas con el sistema inmunitario deprimido: niños  o ancianos débiles, enfermos de SIDA, leucemia, enfermos en tratamientos de quimio o radioterapia, etc. A pesar de ello, el tratamiento en humanos es muy efectivo.
          Sin embargo en los perros, y aún no se sabe muy bien el porqué, la respuesta de su sistema inmune a la infestación por leishmanias es muy dispar. Perros de distinta edades y razas y en similares o distintos sistemas de vida o alimentación, responden de forma diferente a la enfermedad.
          Estudios realizados con técnicas de PCR demuestran que animales que han sido infestados, unos consiguen neutralizar al parásito y eliminar la infestación y otros desarrollan la enfermedad.
          Por eso en el perro constituye una enfermedad crónica y que precisa tratamiento continuado. De ahí la importancia que para la salud pública supone el que haya animales infestados y que no están siendo tratados.
          Tanto en perros como en el hombre la enfermedad tiene dos presentaciones: cutánea y visceral, siendo la primera más leve y la segunda puede resultar fatal si no se trata a tiempo.
          Forma cutánea.
o En el hombre.- Se caracteriza por la aparición de úlceras cutáneas indoloras en el sitio de la picadura, las cuales se pueden curar espontáneamente o permanecer de manera crónica por años. Con tratamiento adecuado se resuelve normalmente.
o En el perro.- Puede presentarse uno solo o la mayoría de los síntomas que a continuación se describen:
- Uñas quebradizas y con un crecimiento excesivo.
- Excesiva descamación de la piel con engrosamiento de la misma. (parece como que el animal tiene mucha caspa)
- Despigmentación y agrietamiento del hocico y almohadillas plantares.
- Pelo seco, quebradizo y con alopecias.
- Ulceraciones en codos.
- Nódulos en el dorso y lomos que pueden llegar a ulcerarse.
- Hemorragia nasal, como consecuencia de formarse los nódulos en las vías olfativas.
- Nodulaciones en espacios interdigitales.
- Atrofia de los músculos de la cara y aparición de arrugas.
                    Forma visceral.
o En el hombre.- También llamada Kala Azar, que constituye la forma clínica responsable de las muertes, si no se trata a tiempo. Produce inflamación del hígado y del bazo, acompañada de distensión abdominal severa, pérdida de condición corporal, desnutrición y anemia.
o En el perro.- Se producen una serie de síntomas progresivos con el desarrollo de la enfermedad, que van comprometiendo la vida del animal hasta causar su muerte sin no se trata lo antes posible:
- Pérdida del apetito y disminución marcada del peso del animal.
- Diarreas, que a veces pueden alternar con periodos de estreñimiento.
- Vómitos.
- Hemorragias nasales y también sangre en heces.
- Anemia y deterioro progresivo del animal hasta llegar a un estado de caquexia.
- Intolerancia al ejercicio físico.
- Aumento del tamaño de los ganglios.
- Inflamación de nervios, músculos y articulaciones.
- Fiebre, que puede ser intermitente.
- Inflamación y aumento del tamaño del bazo.
- Inflamación de los riñones, que al final suele acabar con la vida del animal por una insuficiencia renal.
          Por todo lo expuesto hasta el momento, en donde debemos centrar nuestros esfuerzos para limitar el desarrollo de la Leishmaniosis es en la prevención, en el diagnósitco y en el tratamiento.
  Prevención.- Como siempre recomendamos en sanidad, es mejor prevenir que curar.
          Hemos de tener en cuenta que el mosquito es especialmente activo al amanecer y al atardecer y durante toda la noche si el viento está en calma y que vive cuando la temperatura media es de 15 – 20 º C. Por ello, sería conveniente:
- No tener a los perros a la intemperie durante estos momentos.
- Que duerman en el interior de las casas.
- Protegerlos de las picaduras de insectos con collares o pipetas. No todos los collares ni todas las pipetas son válidas para repeler a los flebotomos.
- Este año, además, se ha comenzado a comercializar en España una vacuna contra la leishmaniosis (CaniLeish), de Laboratorios Virbac (
www.virbac.es). Está suscitando el interés de todo el sector y esto supone contar con una valiosa herramienta más para proteger a nuestras mascotas.
          Para más información consulte con su Veterinario.
  Diagnóstico.- Conviene resaltar que cuanto antes se detecte la enfermedad, antes podremos instaurar un tratamiento y las posibilidades de curación van a ser mayores.
          Los animales pueden manifestar los síntomas de la enfermedad a los tres meses de la infestación o incluso no hacerlo hasta después de un año. Por lo que una buena medida de control es realizar un diagnóstico de la enfermedad después de la época cálida (noviembre – diciembre).
          Hay varios métodos para su detección:
- Inmunofluorescencia indirecta.
- Proteinograma.
- PCR.
          Son pruebas sencillas y a partir de una simple muestra de sangre se puede hacer el diagnóstico. Su Veterinario le recomendará la más conveniente para su animal.
  Tratamiento.- Afortunadamente en la actualidad podemos tratar la leishmaniosis y aunque en algunos casos el animal no se pueda curar de forma definitiva vamos a evitar que el parásito, en caso de no eliminarlo por completo, deje de ser infestante. Así el perro no supondrá ningún peligro para el resto de perros y humanos que vivan a su alrededor. Importantísimo para limitar la proliferación de esta enfermedad.
          Se suele usar una combinación de alopurinol y miltefosina o bien, alopurinol y antimonio de meglumina.
          Es conveniente hacer un análisis de sangre previamente al tratamiento para ver el estado general del animal y ver la importancia de la anemia o hasta qué punto riñón e hígado están afectados. Podría hacer falta algún tratamiento más.
          Para concluir quiero resaltar las siguientes consideraciones:
• No tengan miedo a convivir con perros, aunque en nuestra zona haya muchos casos de leishmaniosis. Ya dije antes que los flebotomos son zoófilos por lo que si hay flebotomos, que los hay, van a preferir picar a una animal antes que a un humano. Egoístamente vamos a tener menos posibilidades de que nos ataque el mosquito si tenemos perros a nuestro lado.
• Además, no se produce el contagio directo de la enfermedad.
• Un perro tratado de leishmaniosis no supone ningún riesgo para los perros y humanos que vivimos a su alrededor.
• Nunca deje a un animal positivo sin tratar. Esto sí que es un grave peligro para la difusión y acantonamiento de la enfermedad entre todos nosotros.
• Proteja cuanto antes a sus mascotas. Con temperaturas superiores a 16 – 18 º C ya pueden volar los flebotomos.
• Conocer el estado sanitario de nuestros animales es fundamental.
• Jamás lo abandone, y menos aún, si sospecha que pueda tener esta enfermedad.
          Y recuerden, también la salud es una tarea global y entre todos debemos contribuir a mejorar la salud de nuestros animales y la nuestra propia. Al menos, esa es mi intención.


Agustín Sánchez-Gil. Veterinario colegiado núm. 590





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