Reciclar no es un invento moderno y desde siempre ha sido entendido como una necesidad y una manera inteligente de desarrollarse.
El arqueólogo Jesús Acero es una de las personas que mejor puede hablar sobre este tema dados sus conocimientos sobre los vertederos romanos en Lusitania.
Sus investigaciones demuestran que a los basureros se arrojaban mayoritariamente residuos orgánicos como cenizas, animales o huesos mientras que eran escasos los inorgánicos, que se aprovechaban para una segunda vida. Los objetos de cerámica se quemaban para usarlos en la agricultura, el mármol se transformaba en cal y los metales se refundían.
También un estudio de la Universidad de Sheffield encontró que los trozos rotos de vidrio se añadían a la materia fundida, posiblemente coincidiendo con una disminución del comercio de vidrio al final del Imperio.
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