Muy probablemente es el último invasor del que se puede dar cuenta. Viene del sureste asiático, es el doble de grande que una abeja y muy agresiva. Pudo llegar a Aquitania en un cargamento de madera de China sin desinfestar y en cuatro años ha colonizado el centro de Francia.
El pasado otoño apareció en Guipúzcoa. Ataca a las abejas, de las que come parte de su cuerpo, lo que afecta a las colmenas y a la producción de miel, ya de por sí dañados en los últimos años.
La destrucción de sus enjambres o la caza selectiva con trampas de cerveza es de momento el único recurso para frenar a un invasor que amenaza con extenderse por toda la península.
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