La base del libro que nos ocupa es la interrelación entre los grandes problemas citados por lo que no es ya que tengan una solución común, global, es que no hay arreglos parciales, por separado; parches, más que otra cosa.
Como se citaba en el apartado anterior, la lucha contra la pérdida de biodiversidad combate a su vez la pobreza, de la misma manera que la deforestación supone mayores penurias, sufriéndolas más que nadie los más pobres.
Según la UICN, la biodiversidad contribuye directamente a la reducción de la pobreza en, al menos, cinco áreas clave: seguridad alimentaria, mejora de la salud, generación de ingresos, reducción de la vulnerabilidad y servicios de los ecosistemas.
Liliana Spendeler (Amigos de la Tierra) remarca, además de lo indisociable de la degradación ambiental y la humana, la asimetría existente en los daños que provocamos a la naturaleza y sus consecuencias, siendo el cambio climático el mejor ejemplo: el Norte más rico lidera de manera aplastante el número de emisones históricas de CO2 (1.075 toneladas por persona América del Norte, 589 Europa) mientras zonas como África Subsahariana (24), América del Sur (67) o Asia (61) tienen a gran parte de su población en los mayores índices de pobreza.
Surgen así conceptos como deuda ecológica y justicia climática.
La deuda ecológica sería la responsabilidad que tienen los países industrializados (sus instituciones, élite económica y corporaciones) por la apropiación gradual y control de los recursos naturales de los países del Sur.
La justicia climática reivindicaría la introducción en la gestión del cambio climático y en las negociaciones al respecto la asimetría antes citada como concepto ético.
En este sentido, las Cumbres sobre el Clima, pese a su escasa eficacia –cuando fue publicado este libro estaba reciente el estrepitoso fracaso de la de Copenhague 2009- deberían tener en cuenta las aportaciones económicas de los países ricos para con los pobres tanto para la mitigación de los efectos del cambio climático como para la adaptación a sus inevitables consecuencias. Si bien, en todo caso, más allá de las ayudas económicas, éstas pueden resultar ineficaces si no las acompaña la coherencia de los países del Norte en su lucha contra el calentamiento global (en el caso de Europa, reducciones más ambiciosas que las previstas en la emisión de gases de efecto invernadero, no seguir detrayendo tierras en África para el cultivo de agrocombustibles que disminuyen las posibilidades de sus habitantes de abastecerse, cejar en su política agresiva de consumo de recursos naturales o no avanzando en una política agrícola industrial y concentrada que le hace necesario un territorio 2,2 veces superior al que dispone)
Todo ello lleva a una conclusión ya conocida: más allá de una crisis económica profunda y larga, nos enfrentamos a una crisis medioambiental permanente y creciente, devastadora para ecosistemas y personas y al borde del punto de no retorno.
Las soluciones, como se decía antes, no pasan por decisiones aisladas, ayudas a los pueblos empobrecidos provenientes de un sistema que acabará destruyendo lo conseguido de esa manera. La salida pone de la mano, por provenir las causas del mismo lado, la protección del medio ambiente y sus recursos naturales, la lucha contra los efectos del cambio climático y las desigualdades sociales; la salida a estos problemas requiere un cambio de sistema que haga posible que vivamos dentro de los límites biofísicos del planeta y compartiendo los elevados frutos que éste nos ofrece.
Julian Green
El libro Cuatro grandes retos, una solución global editado por la Fundación IPADE con la participación de diversos autores, representa un breve compendio realmente útil para comprender estos cuatro grandes problemas del planeta y quienes lo habitan (cambio climático, pérdida de biodiversidad, desertificación y pobreza) y hacerlo entendiendo todos los beneficios directos que sus soluciones nos ofrecen. Si bien espeso y poco apto para “no iniciados” en algunos apartados, la aportación de numerosos expertos nos da una visión clara, comprensible y, además, positiva de cómo solucionar estos problemas. Publicado en 2010, sus contenidos son plenamente actuales así como las alternativas propuestas.
Por ello, su importancia y actualidad nos ha motivado a ir más allá de la típica reseña y ahondar brevemente en cuatro de los temas que desarrolla.
Leer también:
Biodiversidad y lucha contra la pobreza
¿Por qué se sigue negando el cambio climático...
Desertificación: causas antrópicas, soluciones antrópicas
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