Recientemente la revista Nature Climate Change publicaba un estudio del CSIC según el cual el aumento de temperatura de las aguas superficiales del mar Mediterráneo podría ser fatal para las praderas de posidonia oceánica que cubren buena parte de su lecho.
La posidonia oceánica, aunque habita en los fondos marinos, no es un alga sino una fanerógama marina, especie de plantas con flores visibles y que producen semillas. Forma extensas praderas de hasta cuarenta metros de profundidad y aunque su crecimiento es extremadamente lento, su duración es milenaria.
De manera natural, entierra el CO2, recicla nutrientes y protege la costa de la erosión. Esas praderas son, además, cobijo para diferentes animales que allí viven y se alimentan, constituyendo un elemento fundamental para la biodiversidad marina.
Los científicos han utilizado 10 modelos climáticos globales y dos regionales para realizar una previsión del aumento de la temperatura del agua. En mayor o menor medida todos ellos aprecian un importante aumento de su temperatura superficial, no resultando extraño que a finales de este siglo este aumento fuera de 3,4 grados, superando cada verano los 28 grados y resultando fatal para la posidonia.
A esto habría que añadir que la posidonia se ve amenazada por la contaminación y los anclajes de los barcos.
Y las consecuencias desastrosas no se harían esperar demasiado: a mediados de este siglo podría quedar sólo un 10% de las praderas actuales.
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