En los últimos años zonas vitícolas de Castilla La Mancha, entre otras regiones, han visto disminuir sus plantaciones de viña debido a las subvenciones concedidas para el arranque de viñedo. El exceso de producción -o el escaso consumo de vino- provoca cada año que importantes cantidades de dinero se empleen en “quemar vino” para mantener los precios, por lo que se decidió reducir la superficie productiva sin valorar más consecuencias que las económicas. Si bien se ofrecía la alternativa de reforestación de las plantaciones arrancadas, la mayoría de estas tierras han quedado “desnudas” y expuestas a la pérdida de suelo fértil por la lluvia o el viento.
En el caso de la comarca ciudadrrealeña de La Mancha, que es el que nos ocupa, esto ocurre en una zona semiárida con riesgo medio de desertificación y donde los viñedos o majuelos son la parte principal de la escasa “masa forestal”.
Habitualmente en esta revista acudimos a fuentes, estudios o investigaciones rigurosas a la hora de confeccionar los artículos. No siempre es necesario el estudio científico o los datos contrastados para reconocer un problema. A veces la simple observación, las imágenes cotidianas nos pueden hacer sospechar con toda razón que algo anda mal.
Así ocurre en este caso donde recurrimos simplemente a fotografías, acompañadas de algunas informaciones ciertamente rigurosas, para poner en evidencia la contribución que puede suponer el arranque de viñedo al avance de la desertización (1).