Petróleo, gas, minerales... y un veloz deshielo provocado por el cambio climático que facilita el acceso a estos recursos naturales convierten el Ártico en un goloso pastel para gobiernos y compañías petrolíferas a la caza de las últimas gotas de crudo. Las consecuencias del calentamiento global y la tensión política se disparan y ponen en peligro el frágil y único ecosistema ártico.
El océano Glacial Ártico rodea el Polo Norte y baña las costas de Canadá, Dinamarca (gobierna Groenlandia), EEUU, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia. Ocho países que están constituidos en el Consejo Ártico.
En su clima extremo emerge una gran variedad de aves marinas y de mamíferos marítimos. Un ecosistema riquísimo y vulnerable que es noticia por ser uno de los más afectados por el cambio climático.
El litoral del Ártico sufre una alarmante erosión; en lo que llevamos de año el grosor del hielo es entre 20 y 30 centímetros inferior a 2009 y 2010. Pero la región, además, se ha convertido en la nueva zona estratégica y de interés económico que algunos definen ya como una versión en miniatura de lo que África fue en el siglo XIX.